: UN CAFÉ CON SONRISA

Cojo un libro. No me importa cuál ni de qué trate. Lo importante es que sea pequeño. De bolsillo pero sin abultar mucho. Sólo lo necesito para hacerme compañía. Salgo a la calle y sin pensar tomo el camino de todos los días. Es aún pronto, cada vez salgo un poquito antes porque cada vez oscurece antes y la oscuridad es mi límite para tomar el camino de vuelta. Y en esas horas paseo. A veces tengo suerte y encuentro en la radio alguna emisora que se pueda escuchar medianamente bien. La mayoría de las tardes tengo que tirar de mi discografía. Una buena selección de canciones que no significan absolutamente nada para mí. He apartado las que sí significan algo porque nada debe distraerme de mi camino. Porque eso lo único que me importa es cansar mi cuerpo para que mi cerebro pueda descansar. Y por eso paseo y paseo y paseo hasta que me agoto. Pero en mitad de mi paseo hago una pequeña pausa. He encontrado un lugar agradable, tranquilo y acogedor en el que sirven un café rico y sin pretensiones. Entonces es cuando saco el libro. Su única misión es alargar el tiempo de estancia en ese lugar. Y en un momento de ese café, levanto la vista del libro y sonrío. No me miro en un espejo pero sé que es una sonrisa cálida. Quien me vea pensará que he leído algo agradable o que me ha traído un recuerdo de algo que lo fue. Yo sé que esa sonrisa tiene un destinatario. Me lo imagino tranquilo y felíz. O, al menos, en paz. Y sonrío. Porque es lo que deseo con toda mi alma. Aunque mis palabras y mis hechos no lo hayan demostrado. Pero no puedo hacer nada por asegurar su paz así que, en ese momento, me concentro y deseo con todo mi corazón que sea así. Hay quien dice que la fuerza de un deseo puede hacer que éste se cumpla. No sé si será verdad pero yo lo intento. No podemos arreglar las cosas que hemos roto en el pasado pero sí podemos evitar hacer añicos las piezas que han quedado y hacernos heridas con ellas. Daría todo lo que pudiera con tal de arreglarlas pero no puedo, ni debo, dar mi salud a cambio de un imposible. No hay nada que yo pueda hacer para arreglar nada. Aprender de lo que hice mal para no repetirlo. No olvidarlo para no volver a equivocarme. No volver a hacer daño a nadie por culpa de mis errores. No torturarme por aquello que hice mal y que ya nunca podré hacer bien. Me hago mayor. Y tengo miedo. A muchas cosas pero esas cosas están en mi futuro incierto no puedo anclarme en el pasado que no fue como yo quise que fuera. Si me encono en la rabia y en la frustración cometeré los mismos errores una y mil veces y así mi futuro dejará de ser incierto porque tendré la certeza de que volveré a hacerlo mal. Tengo que respirar y a veces me ahogo. Y no quiero dejar de respirar. Pongo todos mis sentidos en no dejar de hacerlo pero, a veces, me falta el aire. La incertidumbre, la angustia y el miedo no son buenos compañeros de viaje. Y no quiero que empañen los buenos recuerdos porque hay muchos y quiero que permanezcan solo ellos. Pero esas malas compañías que no me dejan respirar, a veces, les ganan el camino. Tal vez, antes de perdonar a otros debamos aprender a perdonarnos a nosotros mismos. Creo que es lo más difícil. Perdonarse a uno mismo. A mí me está costando un mundo. Pero confío en que algún día lo haré. Permítete ser felíz. No te hagas más daño. Olvidar y perdonar. Agua, sol y paseos. Sabemos cómo se hace. Solo tenemos que querer hacerlo.   Un café con sonrisa y una mirada cálida que diga: "todo está bien, nos hemos perdonado, vamos a olvidarnos de lo malo, recordemos lo bueno y sigamos adelante". Sólo hay que encontrar un lugar agradable y tranquilo, llevar un libro y dejar volar un poco la imaginación. Yo la llevo al lugar donde nos encontramos por última vez. Aún sigue abierto. Es fácil. Es suficiente con querer acudir a él. Te seguiré sonriendo a tí. Sí, sé que no lleva acento. Tampoco lo lleva felíz pero yo se lo pongo para darle más fuerza a la palabra. Eso es lo que pedí. Que tú seas felíz, que lo sea yo. No importa cómo ni con quién. Aún a riesgo de no dormir en toda la noche me he preparado un café. Y estoy sonriendo.