: la boina (y enlace a la heskoria)

Son las cinco de la madrugada y acabo de llegar a casa. LLego con un sabor agridulce. Por un lado mi ego toca techo, ya que en uno de los lugares en los que estuve, encontré personas de mi adolescencia, de mi primera juventud, de esa época en que, a pesar de nuestras inseguridades, nos creíamos con fuerza para comernos el mundo, sin pensar que el mundo podía devorarnos a nosotros.

Son las cinco de la madrugada y acabo de llegar a casa. LLego con un sabor agridulce. Por un lado mi ego toca techo, ya que en uno de los lugares en los que estuve, encontré personas de mi adolescencia, de mi primera juventud, de esa época en que, a pesar de nuestras inseguridades, nos creíamos con fuerza para comernos el mundo, sin pensar que el mundo podía devorarnos a nosotros. Uno de mis amigos de entonces, me dijo que tenía muy presente que yo le había regalado "el lobo estepario" y me sorprendió... ¿En qué momento de mi vida se bajo de mi viaje Herman Hesse? No tengo respuesta… no lo sé. Me cuesta recordarlo… para ser sincera, ni esforzándome lo recuerdo. Y, lo más sorprende para mí, es que precisamente este amigo era para mí, en aquel momento el paradigma de la intelectualidad y, él, mi maestro por aquel entonces, se acordaba y yo, no, a pesar de intentarlo. En la actualidad es escritor, vive de eso, está un tanto "tocado", pero sigue siendo uno de los intelectuales de aquel grupo, junto algún otro, con más prestigio con más premios literarios y sigue en su línea… De aquel grupo dos o tres nos dedicamos a la docencia, incluido el escritor de los premios con el que coincidí en un instituto… La medicina fue la meta de otros: medicina general, siquiatría, oncólogo,... algún empresario hostelero… alguna licenciada en derecho que en lugar de la docencia escogió la abogacía, en fin, lo que según los convencionalismo sociales está muy bien, independientemente de que, a título personal, no nos sentimos tan satisfechos como pueda parecer. Cuando nos encontramos personas que hace tanto que no nos vemos, o lo hacemos de tarde en tarde, seguramente seamos excesivos en nuestras muestras de alegría, sobre todo ahora que vamos todos talluditos y podemos ver nuestras actuaciones con el poso de ternura que da el tiempo… ¡éramos tan ingenuos! Y nos gusta recrearnos en ello cuando estamos juntos. Entonces… ¿cuál es la parte agria de la historia que me acaba dejando este mal sabor? Algo que no quiero que suceda… algo que intento no ver… algo que no tendría por qué suceder y, sin embargo sucede… y, no es otra que la reacción de la mayoría de las acompañantes de los viejos amigos… de aquellos amigos que quieren durante un rato volver a sentir como si tuvieran quince años. Noto que no me aceptan, que se ponen en guardia. Pienso, son imaginaciones mías,no quiero que suceda, pero sé que es verdad. Algo se me escapa, no entiendo como algo tan puro, tan limpio, pueda crear tan mal rollo en ellas. No todas, tengo que decir. Las que me acogen, me envuelven con su cordialidad y me siento protegida. Quiero pensar que soy muy mal pensad Que veo donde no hay,que…, yo que sé cuántas cosas. Cuando, por fin, me convenzo de que no son imaginaciones mías, acabo hinchándome como un pez globo y con un ego crecido y a la defensiva, sobre todo cuando tu acompañante, el amigo que llegó contigo al lugar, te dice… si pudieran te arañaban… y ríes, ríes,… ríes, porque la situación ya te está sobrepasando e intentas que no puedan contigo y te creces porque sientes que te atacan injustamente. En tu fuero interno piensas… ¡pobres, que mal pueden estar para tener está reacción! La prueba definitiva… la prueba que me hicieron ver algunos de los presentes y que yo haciéndome la boba dejaba pasar, es que directamente y sin disimulos, visto por más de una persona y aún sin ser visto, es más que evidente, una de aquellas personas, tan poco segura de su pareja, apagó uno de sus cigarrillos en la boina que yo llevaba en mi cabeza. No se cortó un pelo, quería que yo lo notase. Mi ego sigue intacto, pero sentí pena ante este hecho y definitivamente hizo que mi noche de fiesta acabará con este punto tan agrio… ¡qué mal se puede sentir una persona, que insegura puede estar, para demostrar su fuerza con una acción de este tipo! Sacudí mi boina, como si fuera un accidente, con su agujerito de la quemadura y a los que me decían algo solamente les contestaba: qué exagerados, fue un accidente. Se quemo la boina pero hay más. Son de esas cosas que te pueden suceder cuando estas de copas… nada más. Y, de verdad, sentí tristeza al pensar que haya personas que necesitan recurrir a este tipo de cosas para sentirse por encima. ¿Por encima de qué? ¿Por encima de quién? me pregunto. Tonta que soy Esta muy claro, de mí. Quemando boinas no lo van a conseguir. Soy la mujer de las boinas y, además hay muchas en las tiendas. Ni releo, si lo hago no lo pondré. Solo pretendo que se comprenda y no se malinterprete lo que he intentado contar. Nota de Madita: Siento no haber visto a tiempo el correo, que me pedía borrar esta entrada. Acepto la colleja. Os dejo tambíen un enlace directo a la Heskoria, para los que acceden desde esta página: ENLACE A LA HESKORIA